Este libro analiza el intento de parlamentarización de la monarquía -sometida a un control tutelar por parte de los representantes de la nación- llevado a cabo por los progresistas durante la Regencia del general Espartero (1840-1843) y la política desarrollada para modernizar la economía y la sociedad españolas. Ello supuso impulsar una serie de reformas que solo tuvieron un éxito muy relativo, con lo que el proyecto progresista quedó frustrado en parte. Concurrieron varios motivos. En primer lugar, la insuficiencia fiscal como consecuencia del desfase entre gastos e ingresos, que puso en evidencia la necesidad de una reforma tributaria que no se llevó a cabo. En segundo lugar, la división de los propios progresistas entre un sector que apoyó el cesarismo esparterista y otro más civilista y soberanista, partidario de conectar con las bases sociales del progresismo. En tercer lugar, la oposición sistemática de los moderados, apoyados por la exregente María Cristina desde su exilio parisino. Todo ello explica la pérdida de apoyos del régimen esparterista, incluso entre los propios progresistas, muchos decepcionados de la deriva autoritaria y antiparlamentaria de la Regencia.