Como líder, directivo, empleado o ciudadano, tu activo más valioso no está encerrado en una caja de seguridad de un banco, ni en ladrillos y cemento, ni en el balance de una compañía; se guarda en un lugar mucho más seguro aunque bastante frágil, tu cabeza, y es una cartera de valores gemelos: tu mente analítica y tu mente intuitiva
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