Esta obra ha sido escrita pensando en los observadores lunares. Para realizarla se ha contado con la ayuda de un telescopio de 114 mm de abertura y 900 mm de focal trabajando incluso con 200 aumentos. No es ninguna joya comparada con los grandes refractores del mercado, pero esto demuestra que un telescopio con tan pequeña abertura es ya una potente herramienta de observación y estudio. También se han empleado las observaciones, fotografías y comentarios de otros observadores que han trabajado con instrumentos catadióptricos de 203 mm de abertura y 2.000 de focal e incluso algo mayores. Ellos han añadido aquellos comentarios sobre los detalles más pequeños o difíciles, que otros instrumentos menores no han avistado ni en las mejores condiciones observacionales. Además de la visión directa mes a mes se ha videofilmado nuestro satélite durante varias lunaciones: ello ha permitido consultar varias veces con más reposo las diferentes fases lunares, para de este modo situar mejor los detalles que se han comentado noche a noche. De la misma manera, al revisar las videofilmaciones de eclipses lunares y el parcial de Sol de mayo de 1994 se han completado las descripciones de estos fenómenos tan poco frecuentes.