Estos dos libros proponen el análisis de un conjunto de elementos y factores para identificar y caracterizar razonadamente qué tiene de singular la forma de hablar de los políticos, por encima de la diversidad y pluralidad de sus manifestaciones concretas; sin que ello signifique, no obstante, aceptar la habitual visión simplificadora según la cual el lenguaje político es una lengua especial utilizada como mecanismo de manipulación de la información por parte del poder. Los libros se han hecho pensando en que debía ser útil a un público amplio: a lingüístas y filólogos, a los que les concierne saber cómo hablan los políticos pues el estudio de una manifestación discursiva particular les permitirá conocer mejor la capacidad general del ser humano para construir textos o discursos; a los informadores o periodistas, historiadores y otros estudiosos de las relaciones sociales porque el lenguaje político no solo es un reflejo del tiempo pasado y del presente de los pueblos y, como tal, un medio para conocerlos, sino sobre todo porque dicho lenguaje es en sí mismo un hecho, un hecho político por supuesto, de enorme importancia en la vida de las sociedades humanas.