La unificación de las juventudes socialistas y comunistas en España en una nueva organización (JSU) fue, por una parte, un resultado del replanteamiento en el movimiento comunista de algunas cuestiones -como su actitud frente a ciertos sectores de la socialdemocracia-, y por otra parte, una consecuencia de la peculiar coyuntura política de España. En ella, el factor decisivo es la progresiva radicalización de algunos sectores socialistas, inmersos en la polarización general que caracteriza a la década de los treinta. La unificación de las juventudes socialistas y comunistas, lejos de ser una «siniestra maniobra», como repetidas veces se ha dicho, fue, por el contrario, el fruto de un proceso natural en un sector de la izquierda socialista, coincidente con el largo, accidentado y penoso viraje que iniciaba un sector del movimiento comunista, correspondiendo, en aquellas circunstancias, con las necesidades de la revolución española.