Jose Antonio Saco y Ramón de la Sagra eran dos liberales que creían en conceptos de identidad distintos: el primero defendió la formación de una comunidad imaginada cubana, mientras que el segundo optó por un concepto de identidad peninsular, entendiendo por tal al castellano que mantenía a la isla de Cuba como una colonia. Para la historiografía nacionalista posterior, la polémica era un instrumento perfecto ya que ejemplificaba a un personaje que apoyaba el sistema cultural que se trataba de implantar desde la metrópoli frente a otro que defendía una identidad que pretendían convertir en cubana. Utilizando el enfrentamiento ideológico, el autor aborda el modo como se fueron formando las señas de identidad cubana en la primera mitad del siglo XIX