En la ingeniosa unión del pasado con el presente reside el secreto de la arrasadora y milagrosa fuerza vital del arte barroco del ingenio, que posee poderes casi divinos: las cosas mudas hablan; viven las insensatas, resurgen las muertas: las tumbas, los mármoles, las estatuas; de esta encantadora de las almas reciben voz, espíritu y movimiento. Razonan ingeniosamente con los hombres de ingenio. En fin, no puede decirse muerto a algo que el ingenio no haya tratado de avivar. Este arte no solo es rival de la naturaleza, la supera derrotando los ruinosos efectos del tiempo y de la muerte.