Este libro es el relato de un trayecto entre una escuela y un teatro pero sin punto de partida ni lugar de llegada sino más bien a modo de tránsito por la calle que los separa. Durante este trayecto el narrador asiste a unas conferencias sobre Europa, observa la final de la copa del mundo de 2006 en la que Zidane terminó expulsado tras agredir a un rival y rememora su propia experiencia como profesor de instituto. Lo hace en la calle frente a la escuela más fea del mundo, sobre el asfalto mientras hace deporte, en la biblioteca Saint Genéviève del barrio latino de París, en su casa ante el ordenador, por la mañana al ir al trabajo, ante el televisor mientras mira el partido de fútbol, en clase con sus alumnos, en el metro de París, en su coche, bajo la ducha, en sus sueños. Un tránsito entre el testimonio y la creación, el ensayo y el relato, la filosofía y la literatura, el recuerdo y la invención que pretende transmitir la importancia de la incertidumbre como valor político. Y ahí, en este espacio de incertidumbre entre la reflexión sobre Europa, el gesto de un jugador de fútbol y mi experiencia de profesor, los tres componentes de este relato de los que hablaba al principio, me gustaría creer que toma forma un espacio real del que pueda surgir una voz compartida, discutida o simplemente escuchada. Un interlocutor válido para pasar un momento. Una voz democrática desde la escuela más fea del mundo.