El proyecto de ofrecer una reconstrucción de la cultura hispánica en clave humanística tiene sin duda uno de sus lugares imprescindibles en la Escuela de Salamanca. Ésta, que ha padecido avatares ideológicos, se halla sin embargo a la base, por ejemplo, del concepto de soberanía democrática, del derecho internacional o del pensamiento económico, aspectos los cuales serían por sí de primer rango a fin de patentar una consideración universalizadora e ineludible dentro de la perspectiva occidental de la cultura. Al igual o en mayor grado que la llamada Escuela de Traductores de Toledo, o la que queremos llamar Escuela Universalista Española del siglo XVIII…, la corriente intelectual o filosófica denominada Escuela de Salamanca representa una creación hispana de primer orden en su contribución al pensamiento europeo moderno, pero también un objeto sometido a oscurecimiento y postergación inaceptables… De ahí la necesidad urgente de una obra como la que aquí se propone. Tras la Escuela de Salamanca, y puesto que nada nace de la nada, existe un pasado intelectual importante que está por revisar y cuyo estudio probablemente conduzca a su vez, o debiera conducir, a la modificación de algunas convenciones establecidas y de la historiografía. Pero el destino de la Escuela de Salamanca ha venido de uno u otro modo permanentemente señalado por la cuestión de las Indias, el Imperio español y, evidentemente, todo el problema histórico que esto arrastra. De esta suerte crítica puede decirse que se salvó su otra cara española, el Siglo de Oro, probablemente en virtud de la salvaguarda que ofrece esa especie de gratuidad de lo “artístico” que suele permitir la poesía o la literatura de ficción. Ahora bien, el irracional enturbiamiento promovido por una “leyenda negra” arrojada al fin contra el conjunto de la cultura hispánica no es sino reflejo de una serie histórica de intereses inconfesables e incluso algunos graves problemas de conciencia encubiertos y relativos a algo que es preciso reconocer en la justa medida en que ciertamente responde a la verdad de los hechos, aun con todos los reparos y excepciones que se quiera: la colonización y el imperialismo español constituyen el ejemplo mundial más logrado, probablemente el único, de intervención de gran alcance con resultados no genocidas. Basta con examinar y aplicar el juicio sobre las fuentes historiográficas no ideologizadas. Esto es por sí mismo muy importante…, y no sólo no ha sido reconocido sino, por el contrario, sometido a encubrimientos varios, hasta el punto de existir quienes dan en pensar que es la debilidad política u organizativa del colonizador aquello que tuvo como resultado la no caída en la monstruosidad. Hasta ese punto han llegado a veces los planteamientos de cierta interpretación “progresista”.