Suciedad, slums, industria, hacinamiento, nuevas y continuas epidemias... la crítica a la gran ciudad y a la vida modernas ha existido siempre desde el surgimiento de las metrópolis en el siglo XIX. Por otra parte, la vida de tales ciudades ofrece nuevas posibilidades: la abundancia de ofertas culturales, los innovadores sistemas de comunicación y de transporte, o la iluminación artificial entrañan la creación de una infraestructura que, en resumidas cuentas, ha transformado la vida de los hombres de manera decisiva. Mánchester, San Petersburgo, Múnich y Barcelona son cuatro metrópolis fascinantes y tan típicas como peculiares, cuya cambiante historia expone, de manera comparativa, el autor, atendiendo al trasfondo social y cultural de cada una de ellas.