A nivel global, la energía se ha convertido en los últimos años en una de las cuestiones más complejas y atractivas de cuantas conforman la agenda pública de las sociedades occidentales. En la actualidad, nadie permanece al margen del debate energético y más desde lo ocurrido en los reactores de la planta nuclear de Fukushima, como consecuencia del seísmo producido el 11 de marzo de 2011, que ha desatado todas las alarmas. El debate gira en torno a las siguientes preguntas: ¿Cómo podemos proseguir sin percance nuestra travesía hacia el futuro? ¿Es cierto que la energía es barata? ¿Se están acabando las fuentes de energía fósiles? ¿Cuánto nos cuestan las energías renovables? ¿Qué impacto medioambiental tienen? ¿Debe intervenir el Estado en el sector energético? ¿Por qué el precio del petróleo está liberalizado mientras que el de la electricidad y el gas no lo están completamente? ¿Son las grandes compañías energéticas una muestra del capitalismo voraz? La energía secuestrada ofrece respuestas a estas preguntas desmontando los mitos del fundamentalismo energético y se basa en tres principios clave, sobre cuya validez es posible obtener un consenso relativamente universal: seguridad, limpieza y precio.