Como agente británica que simula trabajar para los franceses, lady Celeste Rivenhall intenta permanecer fiel a sí misma a pesar de las intrigas y engaños dentro de los cuales se ve obligada a vivir. El clima enrarecido y violento de las guerras napoleónicas crea confusión a su alrededor y cualquier paso en falso puede ser el último. Todo parece estar bajo control hasta que un apuesto prisionero de guerra, lord Aidan Duhearst, conde de Wessex, cae en sus manos. Celeste sabe desde el primer momento que arriesgará todo para ayudarlo; sin embargo, no puede confesarle la verdad, esa verdad que lo haría admirarla en lugar de despreciarla profundamente. El conde la repudia, pero a la vez no puede evitar la atracción que siente por ella. Terrible contradicción que podría aclararse con una simple confesión; sin embargo, la joven debe seguir con su juego hasta el final, aunque en el camino pierda al amor de su vida.