Nunca hubiera pensado que cincuenta minutos de silencio pudieran ser tan largos. Pero no diré ni pío, el señor Vallés se cansará y mamá se convencerá de que ir al psicólogo no sirve de nada. La culpa es de mamá. Se le ha metido en la cabeza que necesito ayuda. Rita está triste, Rita no habla, Rita está desmotivada, Rita está rara. Aunque mi único problema, el que me ha cambiado la vida, es que tengo un hermano famoso que se ha convertido en el ídolo de miles de adolescentes y yo ya no puedo más.