En contra de la opinión más generalizada, la Teoría Económica no es liberal, sino profundamente socialdemócrata. Gracias a aportaciones de economistas como Keynes, Samuelson o Stiglitz, la Economía ha ido evolucionando desde sus postulados liberales iniciales, basados casi exclusivamente en la competencia y el individualismo, hacia otros que reconocen a la cooperación entre las personas, implementada a través de la acción del Estado democrático, un papel fundamental a la hora de corregir los fallos y desequilibrios del mercado. De esta manera, la Teoría Económica ha venido a avalar a la socialdemocracia como la opción política más adecuada no solo para repartir la riqueza, sino también para crearla, otorgándole una superioridad teórica que a lo largo del siglo XX ha quedado demostrada por su capacidad para combinar con éxito el respeto a las libertades individuales, el progreso económico y la justicia social. Sin embargo, a pesar de sus ventajas, la socialdemocracia se encuentra seriamente amenazada por un modelo de globalización neoliberal que ha ido reduciendo la capacidad de los Estados nacionales para regular la economía y redistribuir la riqueza, trasladando la competencia del ámbito empresarial al de las legislaciones medioambientales, las condiciones laborales y los sistemas de protección social. Un modelo de globalización que ha llegado el momento de cambiar.