"Salimos a la terraza última del poniente y pensé que me habían robado vida, la que llevaba sin sentir la caricia de un vino en los labios". El sol se ponía en el cristal de las copas ilustres y el narrador -a veces testigo, a veces protagonista-, como si al frescor del vino blanco y afrutado quisiera recobrar el tiempo perdido, nos ofrece aquí un relato continuado que podría decirse novela, también colección de cuentos memoriosos. Muchachas gozadoras, de la generación de los largos muslos y las delgadeces apetecibles, personajes y escenas de la vida literaria, y de la política y de lo que ya es historia, la alternancia del arraigo con la lejanía de lo exótico... Personajes y situaciones, tratados con ternura y fino humor, que conforman un conjunto de relatos intensos y sugerentes. Intuir lo que estas páginas tienen de autobiografía sincera y lo que deben a la fabulación no será un placer menor para los seguidores de una voz inconfundible, la de este autor reconocido como un maestro del cuento literario, de la narrativa breve en lengua española.