El hombre siempre ha estado fascinado por el futuro y lo desconocido. La fuerza motriz de este empuje es una curiosidad insaciable por el sinnúmero de fronteras a explorar y por la extraordinaria disponibilidad de medios a nuestra disposición. Nowotny parte de esta hipótesis para analizar el papel de la ciencia moderna en nuestra sociedad, donde investigadores y opinión publica se presentan como protagonistas de una confrontación que a veces toma el tono de un enfrentamiento real: si la investigación es por naturaleza impulsora de la innovación, la sociedad tiende a menudo a identificar esa innovación con el concepto más oscuro de lo desconocido, cargado de miedos y fantasmas. De ahí la petición, a veces la imposición, de mecanismos de control que restrinjan el camino de la ciencia. ¿Pero quizá no signifique eso distorsionar la idea misma de la innovación y del futuro como la posibilidad de lo inesperado? La curiosidad insaciable ofrece una finísima herramienta interpretativa, indispensable para orientarse en la dialéctica y conservación que caracterizan el inicio del nuevo milenio.