La mirada al libro de bolsillo, artefacto pluscuamperfecto con nombre propio en la inmensidad de la cultura, se realiza aquí siguiendo una estructura cronológica. Fragmentada en cuatro partes, comienza en la Antigüedad y concluye en el siglo de la virtualidad, contemplando las aportaciones de emblemáticos impresores, libreros, editores y editoriales, con profusión de obras y de autores, y cargando las tintas en los paradigmas. El primer capítulo, elaborado por José Luis Gonzalo Sánchez-Molero, viaja en el tiempo a los orígenes para descubrir los libros-amuleto de las culturas mediterráneas y su función ritual, los libros miniatura en formato de rollo, y los libelli, pugillares y enchiridiones romanos. Narra el desarrollo técnico, incluidas las encuadernaciones altomedievales de cartera y bolsa, y las bajomedievales de cinto, y presenta los libelli in forma enchiridii de Aldo Manuzio. En el segundo, Fermín de los Reyes se ocupa de la evolución de los libros de pequeño formato entre los siglos xvi y xix, abordando las cuestiones terminológicas y trazando su desarrollo desde la belleza de los elzeviros hasta las bibliotecas populares decimonónicas. Desgrana los prototipos y modelos: impresos para la formación, la devoción y el divertimento, guías de viajeros y diccionarios. Entre los numerosos nombres propios se detiene en las figuras de Antonio Sancha, Mariano Cabrerizo, Bergnes de las Casas, Francisco de Paula Mellado o Urbano Manini, cerrando el ciclo con Saturnino Calleja. La tercera parte, firmada por Juan Miguel Sánchez Vigil, abarca el siglo xx desde el proyecto que Nicolás María Urgoiti bautizó como Universal en su afán globalizador hasta las colecciones de masas: Alianza, Áncora y Delfín, Austral, Biblioteca Breve, Crisol, Novelas y Cuentos, Pulga, Rota-Tiva o Salvat. Se rinde pleitesía al diseño en las personas de Attilio Rossi, Daniel Gil o Enric Satué, entre otros artistas, y se explora la influencia del «bolsillo» en la cultura de masas de la segunda mitad del siglo xx. Cierra la obra el trabajo de María Olivera Zaldua, que pone en valor las cifras y las letras. Recoge la herencia de la última década del siglo xx desde la globalización de las editoriales, y analiza la reinvención del «bolsillo» y la apuesta de los grandes grupos por colecciones de características similares. Documenta la situación actual, caracterizada por el descenso del número de títulos y en consecuencia de la producción, y plantea los proyectos de futuro.