«La exposición que hace Payne de la profunda influencia de factores culturales en el comportamiento del Estado ofrece un correctivo necesario a la escuela realista que todavía domina la reflexión sobre las relaciones internacionales (en las que se enfatizan los factores militares y económicos con la virtual exclusión de consideraciones ideológicas), su estudio también puede ayudar a una mayor conciencia de los políticos en cuanto a los prejuicios culturales implícitos en sus actos y sus afirmaciones. La implacable exposición en este libro de los prejuicios y los mitos culturales americanos, y su reflejo en la política exterior de los EE.UU., además del estilo accesible, ayudará a todos aquellos que sientan una inquietud verdadera por los estudios relacionados con la paz». Seyom Brown, Brandeis University «El autor señala un problema de política exterior de gran significación: el de la compleja relación entre la cultura de un país y su comportamiento internacional. Payne establece una sólida base para su aseveración de que 1) la política exterior de los EE.UU. ha dependido fuertemente del uso de la violencia culturalmente reforzada, y 2) el coste futuro para resolver conflictos mediante la violencia será probablemente inmensamente más oneroso. Es el tiempo justo para un libro que sugiere nuevas y constructivas direcciones para la política exterior americana. Este es un libro muy necesario». Henry T. Nash, Wheaton College Mientras la realización de una política exterior es considerada, en general, como un proceso racional, indiferente y sofisticado, el presente análisis de las políticas norteamericanas hacia el Golfo Pérsico, el conflicto palestino-israelí y el conflicto bosnio sugieren que los valores culturales subyacentes de la mayoría de los norteamericanos juegan un papel importante en el hecho de que los EE.UU. decidan utilizar la fuerza o la negociación al tratar de problemas internacionales. Payne examina la vinculación entre la tendencia por parte de EE.UU. de usar la fuerza en la política exterior y la cultura de la violencia en América. Argumenta que el coste de resolver conflictos con medios militares de seguro que se convertirán en más gravosos en la medida en que competidores económicos querrán sacar ventaja de la tendencia de los EE.UU. de mostrar su resolución primariamente mediante la aplicación de la fuerza. Los retos posteriores a la guerra fría exigen una combinación muy matizada de fuerza y diplomacia. El autor encuentra su esperanza en el hecho de que un importante componente de la cultura americana favorece la no-violencia, abraza el humanitarismo, y si esto se cultiva puede contribuir a la resolución pacífica de conflictos.