Ana M.ª Briongos en la primavera de 2001 se instaló durante un tiempo en una tienda de alfombras del bazar de Isfahán para vivir de cerca el día a día de un país en lenta ebullición, que se encamina hacia el futuro sin perder la esencia de sus tradiciones. Buena conocedora del país, que visita desde 1968, la autora vuelve a tomar el pulso a Irán viviendo entre las familias bazaríes más tradicionales. Cómodamente sentada entre exquisitas piezas de lana y seda, Ana supo apreciar los detalles insólitos de la vida cotidiana de un pueblo que crece a su manera, mezclando de forma peculiar la tecnología más avanzada con la herencia de un pasado que impide a las mujeres enseñar los tobillos y quitarse el pañuelo en público. Su curiosidad y criterio a la hora de preguntar le permitieron entrar en la intimidad de las casas iraníes, saborear unos platos donde los granos de arroz cortejan las especias más refinadas, y sorprenderse ante las costumbres que regulan la higiene personal. El Irán del reformista presidente Jatamí, visto desde una tienda —cueva de las maravillas— de alfombras del bazar de Isfahán. Los jóvenes, las familias, las feministas islámicas, los nómadas bajtiarís, los iraníes en California, los raperos persas, las fundaciones paraestatales, los entresijos del bazar, y mucho más. Más allá del tópico y más acá de los prejuicios.