La confesión es una iniciativa de Dios más que nuestra, y esto es lo primero que tendríamos que comprender para cambiar muchas actitudes erróneas sobre la práctica de este sacramento. Solemos centrar el interés en nosotros, cuando el protagonista principal es el Padre y su misericordia, como lo es en la parábola «del hijo pródigo» o «del padre que perdona». «La misericordia no está catalogada como terapia en los manuales médicos; sin embargo, quien la prueba puede ser la persona más feliz, porque definitivamente ha encontrado sus raíces». Completa estas páginas una homilía de Benedicto XVI a los jóvenes en un acto penitencial preparatorio de la JMJ de 2008.