La Colección Canónica Hispana es conocida como transmisora de los concilios españoles anteriores a la invasión árabe. Sin embargo, su importancia no es únicamente esa. Con los restantes concilios que logró reunir (africanos, franceses y sobre todo griegos), así como con sus extensa recopilación de decretales pontificias, dirigió la vida eclesiástica de la España visigótica y la de los reinos cristianos españoles hasta la adopción del decreto de Graciano. Por otra parte, sus concilios de Toledo, a partir del III, fueron también la instancia suprema que daba validez legal a las decisiones más importantes de los reyes visigodos. En esta línea actúan los concilios que se publican en este VI tomo: confirman en su dignidad real a los reyes Ervigio y Égica, restituyen en sus derechos perdidos a los que conspiraron contra el poder real en tiempos pasados, prohíben severamente las condenas sin juicio, determinan el alcance de los juramentos de fidelidad hechos al rey, etc. Con ello se convierten en la asamblea civil más alta del reino visigótico, compuesta simultáneamente por los obispos del reino y los "uiri illustres officii palatini", que juntamente validan con sus firmas los decretos conciliares.