Varios tenían las manos atadas. Todos presentaban traumatismos graves, señales de golpes realizados con objetos contundentes, como mazos, así como heridas producto de armas punzopenetrantes. Los expertos creen que los 27 sujetos fueron reducidos, ejecutados sistemáticamente y lanzados al lago, donde el limo se ocupó de conservarlos. Es así como los cuerpos aprenden a hablar, a decir la vida sin elocuencia, en kilos de carne, bilis, flema y saliva, polvo y brillo inclemente. La vida labios abiertos, dientes cariados, osamenta de plomo. Cuero extendido bajo la furia del mediodía, su ojo tosco y cóncavo. Desaparición, despedida, miembro fantasma, ciencia trunca. Fragmento de «XVII», de Adalber Salas Hernández. Adalber Salas (Caracas, 1987). Poeta, ensayista, traductor. Autor de los poemarios La arena, el vidrio; Extranjero; Suturas; Heredar la tierra; Salvoconducto (XXXVI Premio de Poesía Arcipreste de Hita, Pre-Textos, 2014); Río en blanco; mínimos y Materia intacta. Asimismo, ha publicado los volúmenes Insomnios. Ensayos sobre poesía venezolana y Estábamos muertos y podíamos respirar. Paul Celan, escritura y desaparición. Entre otras, ha publicado traducciones de Marguerite Duras, Antonin Artaud, Charles Wright, Mário de Andrade, Hart Crane, Hector de Saint-Denys Garneau, Pascal Quignard y Yusef Komunyakaa. Junto con Alejandro Sebastiani Verlezza editó las antologías Poetas venezolanos contemporáneos. Tramas cruzadas, destinos comunes y Destinos portátiles. Poesía venezolana reciente. Forma parte del comité editorial de las revistas Poesía y Buenos Aires Poetry. Dirige la colección «Diablos danzantes » en Amargord Ediciones. Cursa estudios doctorales en la New York University.