A lo largo del siglo XIX surge una corriente literaria en la que muchos autores comienzan a hacer una variación de las traducciones puras, consistentes en la españolización o recreación de obras europeas famosas. Hay un claro enfrentamiento contra lo que suena a francés, aunque los autores y obras recreados provengan de la cultura gala. Es el caso de esta novela, La Catedral de Sevilla, en la que el propio autor nos señala que esté tomada de Víctor Hugo y su libro Notre Dame de Paris. Asistiremos a fuertes cambios en el lenguaje, al uso de casticismos y una ambientación permanente española.