Todos deseamos escuchar de Dios… pero ¿qué sucede cuando no parece que tenga algo qué decir… cuando parece que ni siquiera escucha… cuando Dios está callado? Si te has hecho estas preguntas, no estás sólo. Desafortunadamente, muchas veces se nos hace creer que el silencio es algo malo, y cuando viene de Dios es aún peor. Y entonces, ¿qué podemos hacer? A través de sus experiencias con el silencio, creciendo con un padre sordo y entre la comunidad de sordos, Joe Lugo demuestra cómo el silencio no tiene por qué ser “silente,” y cómo Dios no nos ha abandonado sólo porque no lo podemos escucharle. El nos muestra cómo reconocer las mayores obras de Dios en nosotros y la inmensa belleza que les acompaña.