La ciudad de Cáceres debe tanto a la Ribera del Marco como ésta a sus habitantes. Como en todo sistema bien integrado, unos elementos sin otros no tendrían sentido. Pero para entender la historia de Cáceres y los cacereños hay que conocer su Ribera, la Rivera del Marco, del Rey, del Concejo o de la Madre, como también se la conocer, y su entorno más próximo. Un legado natural modelador del paisaje y del carácter de sus gentes donde concurren pozos, molinos, puentes, pontones, pasaderas, norias, acequias, fuentes y huertas; patrimonio emplazado en un lugar de elevado interés geológico y habitado por una gran diversidad de especies de fauna y flora ligadas a ambientes urbanos. La existencia de este curso fluvial permitió sin duda la instalación de los primeros pobladores y ha proporcionado desde entonces los recursos necesarios para la vida en la ciudad que fue originándose en torno a él. Es momento de agradecer, o al menos reconocer a este arroyo de apenas siete kilómetros como un enclave de excepcional interés para su conservación y puesta en valor, de manera que mediante su conocimiento podamos asegurar su preservación y cuidado, para que nuestros descendientes puedan disfrutar de este espacio como ya lo hicieran nuestros antepasados.