Las universidades del mundo occidental parecen haberse instalado desde hace unos veinte años en el nido de una contradicción perpetua, puesto que ni son capaces de negar el valor de sus funciones básicas de creación y transmisión del conocimiento, en aras del discurso de la rentabilidad tecnológica y empresarial, ni de asumir sin tapujos ese mismo discurso, que firmaría su acta de defunción. Por esta razón los profesores universitarios, y sobre todo las autoridades políticas y académicas, han comenzado a hablar un lenguaje contradictorio, hasta el cinismo, que trae consigo no sólo la perversión de los valores sobre los que las universidades deberían asentarse, sino también la proliferación desmedida de órganos y pseudoinstituciones académicas que parecen bailar al son de un discurso delirante. Consecuente con los principios que ha de seguir todo escritor satírico José C. Bermejo Barrera, tras exponer una breve crónica de estos hechos, nos muestra sucesivamente como los lenguajes de la filología, el derecho, las matemáticas, la historia y la antropología y la medicina, convenientemente pervertidos y llevados al límite de lo absurdo, pueden servir como un medio de análisis de una realidad histórica desencantada, que culmina en un cuento infantil ilustrado, que concluye apelando al último valor posible, el valor de la música, con el que se inicia el libro en el prólogo de Enrique Gavilán Domínguez.