Cuando descubrimos el simple gozo de ser, experimentamos en nuestro yo más íntimo una serena plenitud. La alegría y la paz no son entonces fruto exclusivo de lo que nos acontece, sino sobre todo expresión clara y lúcida de la propia existencia. Vivir atentamente es el gran acierto: esta es, sin duda, la actitud correcta para disfrutar de nuestro paso por la vida. Hay una filosofía de vida -un estilo de vivir- que no podemos descartar, porque quizás es la única que nos posibilita el encuentro con nosotros mismos y que lo que hacemos no nos distraiga de lo que somos.