El papel de Cuba en la fase final del imperio español en América fué extraordinariamente relevante desde diferentes perspectivas. Aparte de su valor simbólico como uno de los últimos vestigios de la América española, Cuba fue un instrumento de financiación y enriquecimiento de unas élites que desempeñaron un relevante papel político en la metrópoli. Fue el caso del general Serrano, capitán general de la Isla entre 1859 y 1862, esposo de una de las aristócratas más relevantes de la alta sociedad habanera como la condesa de San Antonio y hombre clave en la revolución de 1868. Así pues, la imbricación de las élites hispano- cubanas tendría consecuencias tanto en la colonia como en la metrópoli, y el debate sobre el mantenimiento o abolición de la esclavitud en la Isla encendería los ánimos en el sexenio revolucionario. Pero, además, la obra colectiva "La Administración de Cuba en los siglos XVIII y XIX", va más allá de lo hasta ahora expuesto, ya que en sus capítulos se desentraña el devenir cubano durante más de un siglo de dominación española, cubriéndose las más variadas facetas. Las élites, como queda dicho, la Hacienda, la posición de Cuba en la política exterior española, las estructuras administrativas de la Isla, la política sanitaria y educativa de España en la colonia, la ciencia en Cuba, la posición de los capitanes generales y, como colofón, los estertores finales de la presencia española, con el debate sobre un tardío estatuto de autonomía que no evitó el trauma de la guerra y la herida de la ruptura entre Cuba y la metrópoli, aparecen en la obra de forma amena y precisa. Resulta evidente que, a día de hoy, para España, Cuba no es un país sino un sentimiento o una emoción que todavía perdura en el alma española. La obra es novedosa por su alcance general, ya que la bibliografía es abundante por lo que toca al análisis de la genésis y consecuencias de la guerra de 1898, pero escasa en un estudio riguroso de todas las facetas de la vida colonial cubana