Esplendor y solemnidad orlando uno de esos días que relucen más que el sol. Jueves Santo, señorío resplandeciente en una ciudad que viste sus mejores galas para visitar templos donde contemplar monumentos que conmemoran el anuncio de la Pasión de Cristo. Jornada de mantillas y vísperas de la Madrugá. Los Negritos, la Exaltación, las Cigarreras, Monte-Sión, la Quinta Angustia, el Valle y Pasión, bordando en hilo de oro en el atardecer sevillano el presagio de que todo está escrito: Jesús tiene que morir para resucitar. Con la Luna llena de la medianoche, inciensos angelicales volverán a perfumar a la ciudad haciéndola testigo de la espera más anhelada para los cofrades. Sevilla ya ha bebido del cáliz de la Pasión y ahora aguarda la Esperanza.