Este libro es el resultado de la mirada crítica y curiosa de una cronista parlamentaria, María Rey, que a lo largo de muchos años ha tenido la suerte de asistir en primera fila al final de un ciclo y al inicio de otro nuevo. Recoge una crónica política y otra costumbrista. La democracia representativa ha sido cuestionada por los errores cometidos. Es mejorable, pero sigue siendo útil y aun imprescindible para organizar nuestra convivencia en libertad. Sin embargo, está claro que hay mucho que hacer, empezando por donde se han abierto las mayores grietas: la sede de la soberanía popular. María Rey indaga el origen de la herida, en qué momento los caminos de la calle y de los políticos empezaron a bifurcarse y qué debe cambiar para acercarlos. Entre las asignaturas pendientes: una modernización necesaria, que abra de par en par las puertas, para que corra el aire y en el Parlamento entre de nuevo la ilusión. «Las encuestas les recuerdan a menudo ?les dice la autora a sus señorías diputados y diputadas? que su trabajo es percibido por los ciudadanos no como una solución a sus problemas sino como un problema en sí mismo». Y les apremia a que sin perder más tiempo acometan las «reformas necesarias que ayuden a recuperar la confianza en una institución tan importante como el Parlamento».