Olvidado hoy en día, incluso por los sectores más progresistas, Juan Antonio Bardem pasará a la historia como el cineasta social por excelencia. Fue uno de los directores más prestigiosos fuera de nuestras fronteras, más incluso que Berlanga, con el que se le emparentó frecuentemente aunque tenían poco en común. Comprometido políticamente con la izquierda, su empeño por hacer del cine un arma social, un reflejo de la sociedad llena de miserias y de grandezas, le emparentan con el neorrealismo italiano y el cine social francés de los años cincuenta.