La actual crisis que padecemos no es solo una crisis económico-financiera. Es una crisis de la humanidad. El sistema que dirige en estos momentos la marcha del mundo es objetivamente inhumano: conduce a una minoría de poderosos a un bienestar insensato y deshumanizador. La razón ha quedado secuestrada: no se pregunta por los fines, no se habla del sentido que tiene la historia de la humanidad ni de cuál es el lugar del ser humano en la Tierra. Jesús irrumpe en la historia como una llamada a vivir de manera alternativa experimentando a Dios como una Fuerza que nos está atrayendo hacia un mundo más humano y dichoso. Su mensaje no proviene del interior del sistema imperial ni de la institución del Templo. Venía a decir: «El tiempo se ha cumplido. El reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en esta Buena Noticia». Empieza un tiempo nuevo. Dios no quiere dejarnos solos ante nuestros conflictos, sufrimientos y desafíos. Quiere construir, con nosotros y junto a nosotros, una vida más humana.