Jesucristo fue un gran comunicador. No solo sabía escuchar y hablar muy bien, sino que, además, dominaba el arte del lenguaje corporal. ¿Por qué hablaba con tanta autoridad? ¿Por qué escuchaba la gente cuando Jesús tomaba la palabra? El autor trata de dilucidar estas y otras cuestiones desde la perspectiva de las ciencias de la comunicación. El análisis de los diálogos de los Evangelios de muestra que los evangelistas concedían especial atención a la forma en que Jesús proclamaba su mensaje y atendía a las necesidades y los deseos de las personas que se cruzaban en su camino. El autor concluye que el amplio poder de convicción de Jesús no ha perdido su capacidad de sorpresa e inspiración a día de hoy.