Javier Ortiz era un periodista «enganchado», alejado de la desidia burocrática, con pasión por su oficio, con tendencia a la rebeldía y con la pluma en ristre cargada de principios éticos y análisis mordaces. Quien conozca su trabajo no se sorprenderá del contenido: una andanada de escritos que apunta en todas direcciones, sin miedo, con claridad y concisión, tratando los temas "intratables", desde la no ruptura con el franquismo en instituciones clave hasta los abusos políticos del felipismo, de Fraga, de CiU, etc. Siempre con la honda preocupación por la defensa de los derechos humanos y de las libertades de todos, de sus enemigos también, en cualquier lugar, ya sea en Iraq, el Sáhara o Madrid.