Carmen Güell recrea en esta novela el fascinante destino de Germana de Foix, una reina olvidada que, sin embargo, pudo cambiar el futuro no sólo de España sino de todo un imperio. En 1505, su tío, el rey de Francia, acordó su matrimonio con el maduro Fernando el Católico, que acababa de enviudar de Isabel y buscaba desesperadamente un heredero para que Aragón consumara la separación de la corona de Castilla. Pero Fernando murió antes de que llegara el ansiado varón y la suerte le tenía preparada a Germana una rocambolesca vuelta de tuerca: cuando Carlos I llegó a España… ambos se enamoraron apasionadamente. Él tenía diecisiete años y ella, que técnicamente era su abuelastra, veintinueve. Para acallar las habladurías, el emperador arregló su matrimonio con un hombre de su confianza y la nombró virreina de Valencia, donde tuvo que hacer frente a la insumisión y el bandolerismo y gobernó con extrema dureza hasta su muerte.