Este es un libro de arqueología del ciclismo: descubre los cimientos prehistóricos de un deporte más que centenario. Si la París-Brest-París de 1891 supone una de sus epopeyas fundacionales, Charles Terront vendría a ser el homo antecessor de todos los campeones antiguos y modernos. La victoria del diminuto parisino en la primera edición de esta carrera monstruo conmocionó profundamente a la sociedad francesa de la época. La hazaña le valió la friolera de 18 banquetes seguidos, según relata él mismo en estas sus memorias, publicadas en 1893. Escrito en un tono ingenuo y sin pretensiones, el relato fascina al lector actual porque explica, desde una mirada contemporánea, cómo aquellos pioneros fueron descubriendo (inventando) el abecé del ciclismo moderno: desde la importancia de esprintar bien hasta la revolución que supuso el paso del biciclo a la bicicleta.