Lo más característico de la poesía de Andersen es la ironía, el humor teñido de absurdo, el buen rollo, la tolerancia para los defectos y lo incomprensible. No por bonachona es menos certera su crítica a los valores de la burguesía danesa, a su tan cacareada tolerancia, a su sonrisa, esa sonrisa falsa con la que tapa cualquier miseria y usa para recibir noticias de accidentes de automóvil o de catástrofes. Como buen danés, destaca las cosas pequeñas e insignificantes de la vida. En un país donde no hay Amazonas, ni Everest sino arroyos y colinas, y en el que las distancias podrían cubrirse en bicicleta, lo pequeño tiene sus derechos. Francisco J. Uriz