Este libro, que se publica simultáneamente a la exposición del mismo nombre, pretende ser, como ella, una reivindicación de la obra como industria, como lugar donde se hace realidad lo que hasta entonces solo ha sido posible pensado; donde se produce la fabricación de la arquitectura. En la obra se evidencia mejor que en ningún ámbito el saber compartido. Y que el trasvase de conocimientos es el camino primordial para la construcción de lo común. De que toda arquitectura es un hecho colectivo y que por tanto no es de autor; ninguna obra nos pertenece. Ambos, exposición y libro, un elogio a la formación politécnica como compendio de saberes necesarios para acometer no sólo la materialización, sino el propio pensamiento de la arquitectura. Y una reflexión sobre si existe posibilidad de pensar con claridad más allá de donde tienes una firme intuición de lo que las cosas pudieran llegar a ser. Por eso la importancia del conocimiento técnico, y por ello siempre mejor resolver que diseñar y descubrir que inventar; pues es en la insistencia y la revisión donde surge lo nuevo.