La idea de inmortalidad es tan recurrente en las culturas, que cabe afirmar su carácter universal. Sin aceptar la perspectiva de su disolución en la nada, el hombre ha elaborado desde tiempos muy antiguos mitologías escatológicas que lo proyectan a una vida después de la muerte. Esa segunda vida puede darse ya sea en un mundo muy semejante al anterior, o en un lugar imaginario que responde a las pulsiones de los sueños colectivos. Dichos ámbitos no suelen estar al alcance de todos, pues interviene la dimensión ética para vedar la entrada a los transgresores del orden social. Si bien algunas culturas sitúan al paraíso en el cielo, lo común es que se lo haga en la misma tierra, donde el alma, con o sin el cuerpo, gozará junto con sus semejantes o incluso con los dioses de los placeres de los sentidos. Tal lugar idílico puede ser un espacio natural exuberante y pródigo, no modificado mayormente por el hombre, aunque las culturas de Oriente desarrollaron ya en épocas tempranas el concepto de jardín, como un territorio preservado de las amenazas del exterior. A menudo, el paraíso se relaciona con un tiempo perdido que se desea recuperar, una Edad de Oro histórica o puramente imaginaria. Toda concepción del paraíso alcanza siempre la dimensión de lo sagrado, aun cuando prescinde de la religión. Es que cabe realizar una lectura laica, antropológica, de los universos simbólicos, y rastrear lo sagrado no ya en los dogmas establecidos por un orden social, sino en toda condensación de sentido, en esa zona saturada de ser de la que habla Mircea Eliade. Este imaginario representa una prueba de fuego para las culturas, porque refleja, como el más fiel de los espejos, la humanidad o las miserias que lo nutren. En definitiva, lo que esta obra se propone es confrontar los paraísos concebidos por diferentes pueblos del mundo, tanto actuales como extinguidos, no sólo para alcanzar cierta visión transcultural al respecto, sino también para dar cuenta del grado evolutivo que alcanzaron, de su capacidad de poetizar y significar la vida al soñar el más allá de la muerte. Además de los territorios del mito y la religión, aborda búsquedas puramente sensuales del paraíso, centradas en la literatura y la pintura, sin pretensión escatológica alguna.