Hace doscientos años se abrieron paso los grandes sistemas educativos asociados a la idea moderna del estado nacional y la fabricación, desde la infancia, de ciudadanos para un nuevo orden social y político. Hoy es otra la educación y otro el contexto cultural. Y si algo caracteriza a la cultura contemporánea es un cúmolo de contradicciones que derivan en diversas formas de tensión. Tal encrucijada representa un serio e inaplazable desafío a la racionalidad clásica del conocimiento científico y, en concreto, a los estudios educativos