Hong Kong atrae y desconcierta, como la trama de uno de los premiados thrillers que se han rodado en sus calles. Tras la fachada futurista de la ciudad se ocultan templos humeantes, playas de surf y amplios parques verdes donde pasta el ganado y los hoteles de cinco estrellas y los rascacielos contrastan con casas ruinosas. Hong Kong acelera y apacigua el pulso a la vez gracias a su ordenamiento jurídico, a un sistema de transporte insuperable y, por supuesto, a los mejores dim sum del mundo.
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