Dos historias paralelas, pero diferentes. Para ambas, el punto de partida es el mismo: la conversión al cristianismo, mayoritariamente forzosa, de judíos y musulmanes a inicios de la modernidad, y la consiguiente creación de dos nuevas categorías sociales, los judeoconversos y los moriscos. Dos historias diferentes, pero paralelas. Ambos grupos de «nuevos cristianos» tenían mucho en común: el miedo, la incertidumbre, la solidaridad y la traición, el peligro constante de denuncia y persecución. Y, sobre todo, un enemigo compartido: la Inquisición, que vigilaba de cerca la fidelidad al catolicismo de los conversos. Pero, si bien tenían un origen y un enemigo comunes, los dos grupos seguirían senderos radicalmente distintos. Mientras que la mayor parte de los antiguos judíos que permanecieron en la Península acabaron asimilados en la sociedad y la cultura cristianas, los antiguos musulmanes nunca fueron aceptados. A través de una comparación de las trayectorias de ambos grupos, este libro intenta explicar por qué los judeoconversos lograron sobrevivir a la presión de una mayoría hostil y abrirse camino en Iberia, a diferencia de los moriscos, cuya integración fue mucho más problemática, y finalmente desembocó en fracaso y expulsión.