La historiografía coincide en que el siglo XIX español es el más convulso de la historia de España y en el que el ejército alcanzó un mayor protagonismo en el orden interno, lo que ayuda a entender su historia contemporánea según una de las clasves más esenciales: el nunca bien resuelto conflicto entre el poder militar y el poder civil. Tras el desarrollo de la guerra de la Independencia, a cargo de Miguel Artola, Julio Albi se encarga de los ejércitos realistas en la emancipación americana, desde los primeros movimientos independentistas protagonizados por la oligarquía criolla que se erige en portavoz de unos sentimientos y eleva a una pretendida categoría nacional sus intereses de clase. Son las últimas campañas del ejército real. El ya nacional lo tratan en su composición y organización Fernando Puell de la Villa, estructurado en grandes epígrafes cronológicos, y Agustín Rodríguez González por lo que respecta a la armada, de la que traza una trayectoria de decadencia en el primer tercio del siglo, resurgimiento isabelino, crisis del Sexenio Revolucionario, reconstrucción y modernización de la Restauración y el Desastre, por antonomasia, del 98. Los presupuestos comunes son expuestos por Francisco Comín en el estudio de una evolución del gasto que abarca de la guerra artesanal a la industrial. A continuación se analizan los diferentes escenarios bélicos. Las guerras carlistas, las intervenciones en el exterior de mediados de siglo y las finiseculares corresponden a José Ramón Urquijo Goitia, a Emilio de Diego y a Antonio Elorza, respectivamente. Las relaciones entre ejército y sociedad son estudiadas por Francisco Vanaclocha, en lo relativo al militarismo e ideología militar, y por Jesús Cantera Montenegro, en lo que respecta a la imagen del ejército en la sociedad española.