El autor, gracias a una investigación minuciosa entre los autores del periodo, muestra hasta qué punto, tras las grandes figuras que fueron Barthes, Foucault, Lacan o Althusser, es toda una generación intelectual la que se alimentó de la esperanza estructuralista, que ayudó a facilitar la victoria de los modernos frente a la tradición. No obstante, el estructuralismo vencía en el terreno institucional en el mismo momento en que era cuestionado por los retornos de la Historia y del Sujeto. El presente libro muestra, sin embargo, que, de una forma más subterránea, el programa ha sido asimilado en buena medida. El primer volumen reconstruye la genealogía de los diversos componentes del fenómeno hasta su apogeo en 1966, un recorrido que muestra cómo la lingüística sirvió de modelo para todas las ciencias sociales y cómo el estructuralismo se fue imponiendo progresivamente, mientras que el segundo describe el momento de la destrucción de la unidad estructuralista.