A lo largo de su historia, las enfermedades infecciosas han ocasionado infinitas muertes y muy graves quebrantos para la humanidad. Y aún hoy, tres de ellas: el sida, la tuberculosis y el paludismo son una temible causa de muerte en los países del tercer mundo. Desde la antigüedad ha sido posible seguir el relato de terribles plagas que por sus características se identificaron sin gran dificultad con determinadas enfermedades infecciosas, y para las que incluso algunos, ya en tiempos remotos, llegaron a intuir la existencia de imperceptibles partículas de condición incierta como explicación para su transmisión, que Fracastoro en el siglo XVI definió como minúsculos seminaria. Un siglo después, Leeuwenhoek inició el camino de su descubrimiento al introducirnos en el mundo microscópico. El panorama cambió drásticamente cuando Pasteur en el siglo XIX elaboró la teoría de los gérmenes y comenzó a verificarse que ciertos agentes vivos microscópicos daban lugar a determinadas enfermedades. A partir de estos microorganismos se fueron desarrollando nuevos conocimientos, base de nuevas disciplinas científicas, que permitieron averiguar su modo de acción y sus repercusiones en el organismos humano. En este libro se relata el devenir histórico del conocimiento de estas enfermedades desde la antigüedad, revisando tanto el lento caminar científico hasta el siglo XIX, como los rápidos avances que trajo consigo el vertiginoso progreso de la ciencia en los dos últimos siglos. El autor ha documentado sus estudios con una importante bibliografía que sirve de base a la materia desarrollada. El relato se lleva a cabo de manera comprensible y en orden cronológico, y trata de explicar la ciencia de los médicos en su aplicación a las enfermedades infecciosas. Estos hechos lo destacan como un texto único en ese terreno ya que aporta una visión histórica global de esta rama de la medicina, que no existe en otras obras.