Eurípides (c. 480-406 a.C.) vivió en la época del mayor esplendor político y económico de Atenas, asistió a la construcción del Partenón y los más hermosos monumentos de la Acrópolis, y compartió con sincero patriotismo el orgullo de los ideales democráticos. Son muchos los datos que desconocemos de su vida. De su obra se han conservado dieciocho tragedias, casi todas ellas escritas en la etapa de plena madurez del autor. En su innovadora Helena, compuesta en el 412 a.C., Eurípides transgrede una vez más los preceptos de la tragedia y, además, no sigue la versión más tradicional sobre el destino su protagonista durante la guerra de Troya. Nos presenta a una casta Helena que ha vivido en Egipto bajo la protección de su rey, Proteo. Al morir éste, su hijo Teoclímeno acosa a Helena y pretende casarse con ella. A pesar de que el marido de Helena, Menelao, aparece en escena como un náufrago llegado a las costas egipcias, será la heroína la que deberá desplegar sus habilidades para liberarse de Teoclímeno. «Eurípides fue el dramaturgo decisivo para el teatro posterior, tanto en el griego como en el romano. Séneca se inspiró en él constantemente, y luego su huella ha resurgido en cualquier intento de teatro neoclásico, en Racine, por ejemplo. Muchos han visto en él no sólo al trágico más moderno, humano y realista, sino al más trágico de los trágicos». Carlos García Gual