Nadie como el rapero Haze para reinventar la mitología del BARR10, arrancarle las metáforas más difíciles al asfalto y la gravilla, pasear sus ritmos hiphoperos por las plazas y avenidas de la urbe inmisericorde, convertir el filo semántico de su música, atravesada con los quejíos del flamenco, en el himno de las cárceles y en un grito de libertad incontestable para las gentes más desfavorecidas. J. M. Camacho
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