Pocas vidas hay que resuman de forma tan fascinante y radical el siglo xx como la de Václav Havel. Nacido en 1936 en el seno de una familia intelectual de clase media en la Checoslovaquia feliz con su independencia, vivió la ocupación nazi de su país y la Segunda Guerra Mundial, la liberación por las tropas del Ejército Rojo, la implantación del régimen comunista tutelado por Moscú, la esperanza de la Primavera de Praga, el retorno de la represión totalitaria comunista, la caída del Muro de Berlín y el fin de la guerra fría, y la llegada de la democracia a su país a través de la llamada revolución de terciopelo que él mismo lideró. Escritor, dramaturgo, iconoclasta, disidente y finalmente, presidente de su país, Havel desempeñó también un importante papel como pensador político y agitador de la Política Internacional. Michael antovský fue uno de sus más cercanos amigos y confidentes. Vivieron juntos la revolución y, durante la primera presidencia de Havel, fue su secretario de prensa, autor de discursos y traductor. Su amistad perduró hasta la muerte de Havel en 2011, lo que convirtió a antovský en un testigo único de una vida extraordinaria.