A mediados del siglo XIX el hambre hizo morir en Irlanda a más de un millón de personas y obligó a emigrar a otro millón de irlandeses. Entretanto, la prensa de Londres restaba importancia a la tragedia o culpaba de ella a los propios irlandeses. Tragedias colectivas como ésta increíblemente olvidadas, explican odios entre naciones que se transmiten de generación en generación.