Hambre de amor es una obra dedicada a las mujeres que anhelan el amor en sus vidas. En ella, relacionamos el comer desordenado, o sin consciencia, con la confusión respecto a lo que es el amor, dado que el amor y la comida nutren, pero también pueden ser nocivos e incluso adictivos. Y las adicciones, especialmente las dietéticas, son una manera de enmascarar el dolor que percibimos cuando nos sentimos hambrientas de amor. En este manual aprenderás qué es el amor, cómo amarte, cómo amar a los demás, cómo expandir la esencia de tu energía femenina para recibir amor y permitir que tu vida transcurra apaciblemente. Y también sabrás como gestionar esas conductas que nos hacen sufrir, como el apego, la posesión, la dependencia, aprenderás a mirarte en el espejo de las relaciones, a poner límites y a comunicarte de manera no violenta. La lectura de este libro te encaminará a convertirte en una mujer mucho más alegre y feliz. El hambre de amor es, en definitiva, hambre de una misma. Por ello buscar el amor no consiste en encontrar otra persona sino en encontrarte a ti. Cuando eres tú misma el amor que buscas ahí afuera nadie se resiste a abrazarte. «Relacionar amor con espiritualidad, incluso con la comida, no es un atrevimiento, sino una necesidad. Todos nuestros problemas mundanos se resuelven inequívocamente con soluciones espirituales y Ana lo sabe muy bien». Raimon Samsó «En este libro Ana da la vuelta a la tortilla. En nuestras primeras experiencias sentimentales buscamos cambiar al otro para que nos pueda dar amor. Cuando maduramos nos cambiarnos a nosotros mismos, pasando de vivir experiencias sentimentales a relaciones amorosas». Fady Bujana «Hambre de amor es una excelente guía para evitar las trampas de las relaciones toxicas, superar el dolor y aprender a amarse y celebrar la vida: un proceso imprescindible para cualquier persona en busca de la verdadera felicidad y el equilibrio interno». Fanny Van Laere «Ana nos vuelve a sorprender con un texto lleno de verdad, inspiración y buenas ideas para entender el Amor con mayúsculas. Gracias, Ana, por tu honestidad y compromiso». Sergio Fernández